Juan Gabriel, el icónico “Divo de Juárez”, no solo dejó un legado imborrable en la música mexicana, sino también una historia personal llena de altibajos. Antes de conquistar los escenarios más importantes del mundo, Alberto Aguilera Valadez, su nombre real, vivió uno de los episodios más oscuros de su vida: su paso por la cárcel de Lecumberri en 1970. Este hecho no solo marcó un antes y un después en su vida, sino que también inspiró algunas de sus canciones más icónicas.
A los 20 años, Juan Gabriel llegó a la Ciudad de México cargado de sueños y esperanzas, pero su vida dio un giro inesperado cuando fue acusado de robo. La denuncia, emitida por la actriz Claudia Islas, lo llevó al famoso penal de Lecumberri. Aunque siempre mantuvo su inocencia, las autoridades no escucharon sus súplicas, y el joven Alberto fue condenado a tres años de prisión.
El día que los sueños de Juan Gabriel se transformaron en una pesadilla

Durante su tiempo en la cárcel, se enfrentó a una realidad dura: corrupción, vejaciones y el sentimiento de abandono. Sin embargo, fue en estas circunstancias donde el cantante encontró consuelo en la música y comenzó a escribir canciones que más tarde serían reconocidas a nivel mundial, como “No tengo dinero”.
El encierro de Juan Gabriel no duró tanto como estaba previsto gracias a la intervención de figuras clave en su vida, como la cantante Enriqueta Jiménez, mejor conocida como La Prieta Linda, y el general Andrés Puentes Vargas. Ambos intercedieron para que el joven talento saliera en libertad, permitiéndole retomar su camino hacia el estrellato.

Su paso por Lecumberri no solo marcó su vida, sino que también fue retratado en dos grandes proyectos audiovisuales: la película biográfica Es mi vida (1982), protagonizada por el propio Juan Gabriel, y la serie Hasta que te conocí (2016). Estas producciones mostraron los momentos más duros de su estancia en prisión, destacando la fortaleza que el cantante demostró para superar las adversidades.
A pesar de este difícil capítulo, Juan Gabriel supo transformar el dolor en arte, consolidándose como una de las figuras más importantes de la música mexicana. Su historia es un recordatorio de que, incluso en las peores circunstancias, la pasión y el talento pueden abrir camino hacia el éxito.