Atrévete a leer la leyenda de la mujer herrada, la historia de un sacerdote que vivió en pecado y que como consecuencia la mujer con la que rompió las reglas terminó de una forma inimaginable.
Hace mucho tiempo, allá por el año 1600 un sacerdote y un herrero eran muy amigos; el clérigo que vivía en el número 3 de la calle llamada Puerta Falsa de Santo Domingo en el centro histórico de la CDMX tenía como ayudante en su casa a una bella mujer.
Los pobladores tenían sospechas acerca de la relación que el párroco y su supuesta “ama de llaves” tenían, sin embargo, el único quien estaba seguro de lo que realmente sucedía era el herrero, quien teniendo una gran amistad con el sacerdote intentaba guardar el secreto del amorío que entre ellos había.
Continuamente el herrero aconsejaba a su amigo que dejará a aquella mujer y que volviera al buen camino, sin embargo, la respuesta siempre era la misma: “lo que ocurra detrás de la puerta de mi habitación, es solo cosa mía”.
Una noche, ya entrada la madrugada y mientras el herrero se disponía a dormir, unos duros golpes en la puerta de su casa lo alertaron, la insistencia era tal que no tuvo más remedio que abrir para ver de quién se trataba.
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Dos hombres de color se encontraban afuera de su casa acompañados de una mula, el mensaje que le dieron al herrero indicaba que iban de parte del sacerdote para que le pusiera las herraduras a su mula, pues muy temprano tenía una diligencia por cumplir.
Sin dudarlo, el herrero clavó las herraduras a la mula, comprendiendo que era algo urgente y que su amigo le había solicitado.
A la mañana siguiente y con la intención de saber si el clérigo había ya regresado de su diligencia, el herrero fue a su casa a buscarlo, sin embargo, el sacerdote le explicó que el no había enviado a nadie, que desconocía a las personas descritas, que no tenía mula y mucho menos una diligencia.
La historia relatada fue tomada a broma por parte del sacerdote quien deseaba contarle a su pareja para ver si ella sabía lo que sucedía.
Ambos hombres fueron a buscarla a su habitación, sin embargo, lo que sus ojos vieron al llegar al lugar los dejó helados… la mujer estaba muerta, y en pies y manos tenía clavadas las herraduras que la noche anterior el herrero había colocado a la mula.
La pareja de amigos dedujo que se trató de un castigo divino por las mañas acciones del sacerdote y la mujer; los hombres enviados eran unos demonios transformados que habían convertido a la mujer en mula para castigarla.
Se dice que el cuerpo fue enterrado en la misma casa con la ayuda de otros sacerdotes quienes habían jurado no decir nada, sin embargo, tiempo después uno de ellos revelaría el secreto a los pobladores, naciendo de ahí la leyenda de la mujer herrada.
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