El manicomio de La Castañeda guarda cientos de historias crueles, y es que no fue famoso precisamente por la atención psiquiátrica que ofrecía, sino más bien por los terribles actos de crueldad a los cuáles eran sometidas las personas.



Inaugurado el 1° de septiembre de 1910 en conmemoración del centenario de la Independencia de México, Porfirio Díaz mandó construir este hospital psiquiátrico basándose en la arquitectura del “Charenton”, un manicomio parisino fundado en el año 1645.


Su ubicación en la zona de Mixcoac lo hizo en sus inicios uno de los hospitales más destacados, sin embargo, con el paso del tiempo y debido a la mala fama que fue creando también se le conoció como El Palacio de la Locura, La Casa de los Locos o simplemente como Locópolis.


El nosocomio estaba dividido en diversas áreas ya que contaba con 24 edificios, en los cuales dependiendo de los padecimientos de los pacientes eran asignados: Pacientes distinguidos, Pabellón de observación, Pacientes peligrosos, Pabellón de los epilépticos, Pabellón de los imbéciles y Pabellón de enfermos infecciosos.


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El hospital podía albergar hasta 1300 personas, pero de acuerdo a diversos testimonios llegó a tener hasta 3500 pacientes. El espacio era tan grande que ahí mismo había un lugar en donde médicos, administradores, directivos y personas de enfermería permanecían.


El maltrato al cual eran sometidos los pacientes era realmente vergonzoso, pues no solo los discriminaban y los golpeaban, también los bañaban con agua helada cuando sufrían de ataques, les daban choques eléctricos y los encerraban en lugares tan sucios que hasta ratas había.


Padecimientos como esquizofrenia y diversas enfermedades mentales eran tratados, pero tiempo después atendían a prostitutas, alcohólicos, drogadictos y pacientes con enfermedades venéreas.



Conforme el tiempo pasaba las autoridades se olvidaban de este lugar y las condiciones del mismo eran deplorables pues había ocasiones en que no había agua o comida y los médicos y cuidadores cada vez eran menos. Las violaciones, los golpes y los asesinatos también fueron temas que las autoridades no pudieron controlar.


Cuando las olimpiadas de 1968 se acercaban, el entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenó la demolición y los pacientes que ahí se encontraban fueron distribuidos en diversos hospitales a lo largo de la República Mexicana.


La fachada del edificio de Servicios Generales del manicomio La Castañeda fue trasladada piedra por piedra a Amecameca, y hoy en día en el lugar donde se encontraba el temible centro psiquiátrico se encuentran los multifamiliares conocidos como las Torres Mixcoac en donde diversos vecinos argumentan que en ocasiones han podido escuchar lamentos y gritos por las noches.



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