Cuenta la leyenda que allá, a mediados del siglo XVII en el estado de Querétaro un hombre de nombre Don Bartolo, enamorado de su hermana, hizo un pacto con el diablo que lo llevó a la muerte.
Corría el año de 1650 cuando un hombre muy pobre de nombre Bartolo Sadanetta y Legaspi, mejor conocido como “el Segoviano” llegó al estado de Querétaro acompañado de su hermana, de la cual se encontraba perdidamente enamorado.
De repente por alguna situación, de la noche a la mañana Don Bartolo empezó a tener mucho dinero, a tal grado que decidió poner diversas tiendas en donde vendía productos importados de España y porcelana traída de China; el ahora acaudalado señor construyó una gran casa digna de lo que ellos merecían.
El incesto que cometía con su hermana poco a poco fue dando de qué hablar aunque ellos trataban de mantenerlo en secreto, pues inclusive para callar bocas, la pareja ayudaba con grandes cantidades a la iglesia, tratando de ocultar lo que todos ya sospechaban.
Las fiestas de cumpleaños de Don Bartolo eran en grande y cada año las palabras que mencionaba al brindar eran las mismas: “Brindo por la señora, mi hermana, por mi alma y por el 20 de mayo de 1701”.
Mientras más se acercaba la fecha antes mencionada, más crecía la duda entre los invitados acerca del por qué las palabras de Don Bartolo.
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Por fin la tan esperada fecha mencionada en el brindis llegó y sucedió lo que nadie imaginaba, pues en la noche del 20 de mayo de 1701 mientras los pobladores hacían sus labores diarias ya casi para dormir, un gran estruendo los alertó de que algo pasaba…
No fue sino hasta el otro día que nadie salía de la casa de Don Bartolo, cuando vecinos alertaron a las autoridades acerca de un fuerte olor a quemado, llevándolos a forzar las cerraduras para poder ingresar y buscar a los habitantes de aquella gran casa.
Lo que encontraron los dejó en total asombro, pues la hermana se encontraba a los pies de su cama muerta, con huellas de estrangulamiento, el cual seguramente cometió aquél hombre que tanto la amaba.
Por otro lado, el ingresar a la habitación de Don Bartolo fue muy difícil y cuando por fin lograron entrar, un desagradable olor a azufre salió del dormitorio.
El cuerpo de quien había logrado alcanzar la riqueza de la noche a la mañana, se encontraba en el techo, quemado y con un terrorífico reflejo en el rostro; lo acompañaba un letrero que decía: Castigado así por hipócrita, asesino y ladrón.
Para poder bajar el cuerpo, diversos sacerdotes tuvieron que hacer exorcismos, hasta que por fin cayó golpeando fuertemente el piso.
Se dice que Don Bartolo hizo un trato con el diablo en el cual le pedía riqueza y lujos para que su hermana no se fuera de su lado con otro hombre, y a cambio de ello, tiempo después él le daría su vida y la de su hermana.
En la actualidad, aquella gran casa es usada como oficinas gubernamentales, sin embargo, los guardias que ahí pernoctan cuentan que por las noches aún se pueden escuchar llantos y lamentos de quienes vivieran ahí.
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