Con su overol azul, camisa amarilla y la visera verde siempre levantada, Godínez intentaba pasar inadvertido en el aula del Profesor Jirafales. Pero aunque sus apariciones fueran breves, el personaje interpretado por Horacio Gómez Bolaños se grabó en la memoria de varias generaciones como uno de los más entrañables de El Chavo del 8.

Sin embargo, su aporte al universo de Chespirito fue mucho más allá del simpático estudiante. Hermano menor de Roberto Gómez Bolaños, Horacio fue también productor, guionista, jefe de logística, director de episodios y cerebro tras el marketing que llevó a Don Ramón, Doña Florinda y el Chapulín Colorado a recorrer el mundo en giras y productos derivados.

Nacido el 28 de junio de 1930 en la Ciudad de México, Horacio estudió ingeniería, pero la vocación lo llevó a colaborar estrechamente con su hermano. Debutó como Godínez en 1974, en el episodio “El alumno más inteligente”, y aunque solo apareció en 13 episodios de El Chavo del 8 y en 29 de El Chapulín Colorado, su rostro se volvió icónico.

A pesar de haber actuado también en cintas como El Chanfle, Charrito y Don Ratón y Don Ratero, su pasón siempre fue estar tras bambalinas. Dirigió, escribió y organizó, y fue pieza fundamental en la expansión comercial del emporio creado por la familia Gómez Bolaños. De hecho, tras la conclusión de las grabaciones en 1994, se asoció con su sobrino Roberto Gómez Fernández para continuar desarrollando proyectos televisivos.

La reciente serie Chespirito: Sin querer queriendo ha puesto de nuevo bajo los reflectores a Horacio, al retratar su importancia como apoyo creativo, logístico y emocional en la carrera de su hermano. Aunque su voz fue poco conocida fuera de la pantalla, su legado vive en cada episodio, cada mercancía y cada carcajada que el universo Chespirito sigue provocando.

Falleció el 21 de noviembre de 1999, a los 69 años, de un paro cardíaco fulminante mientras colaboraba en la preparación de un homenaje televisivo a Chespirito. Sus cenizas descansan en Naucalpan, Estado de México.

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🎬 Aunque su presencia frente a las cámaras fue breve, el legado de Horacio Gómez Bolaños vive en cada risa provocada por los personajes que ayudó a construir y en cada recuerdo que evocan las historias del universo Chespirito. Detrás del icónico Godínez había un hombre discreto pero fundamental para una de las etapas más entrañables de la televisión mexicana. Su huella permanece no solo en los episodios que aún siguen transmitiéndose, sino en el corazón de generaciones que crecieron con ellos.