Si eres de las personas fanáticas del cine de terror seguro “El exorcismo de Emily Rose” se encuentra dentro de tu top ten, y es que la historia en torno a este famoso caso es realmente aterradora.
La protagonista real de esta historia lleva por nombre Anneliese Michel, una joven proveniente de una familia muy católica que acostumbraba ir por lo menos 2 veces a la semana a misa y que lo único raro que tenía era que a veces solía ser un poco retraída.
Eran finales de los años 60´s, Anneliese Michel vivía en Leiblfing, Alemania y su historía de pánico iniciaba; ella solo tenía 16 años y empezó a sufrir de ataques y convulsiones en su escuela los cuáles fueron diagnosticados por especialistas como epilepsia
Tras dichas convulsiones, la menor fue internada en la Clínica Psiquiátrica Wurzburg, en donde le suministran psicotrópicos que lejos de ayudarla, empeoraban su estado, dando como resultado un grave cuadro depresivo con tendencia al suicidio.
A principios de los años 70´s la situación se agravaba, pues Anneliese decía estar poseída y su actitud ante los rezos e imágenes religiosas era cada vez más extraña, llegando al punto de rechazarlos y maldecirlos, motivo por el que los doctores deciden suministrarle anticonvulsivos que poco le ayudaron y que más bien hicieron que la paciente dejara de comer.
Tras varios tratamientos que nunca surtieron efecto, la víctima pidió que se le realizará un exorcismo, ya que aseguraba que los demonios que la poseían hacían que ella se convulsionara y que tuviera actitudes extrañas.
En 1973 sus padres, Josef y Anna decidieron buscar ayuda religiosa, acercándose así a varios pastores y sacerdotes los cuales les pidieron que confiaran en la ayuda médica, pues además para poder realizar un exorcismo se requería de un permiso y que la persona poseída cumpliera con ciertos requisitos que determinaban que un demonio la estaba manipulando.
Tras estar bajo observación, en 1974 el pastor Ernst Alt solicita permiso al obispo para poder llevar a cabo un exorcismo, sin embargo este le es negado y se le invita a que Anneliese se acerque a Dios y a la religión lo cual solamente empeora la situación.
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Conforme el tiempo pasa la conducta de Anneliese Michel se vuelve más cruel, llegando al punto de insultar y pegar a sus padres y hermanos; terminando por dormir en el suelo, comiendo solo moscas, arañas, carbón y bebiendo de su orina, además de gritar por horas hasta sangrar para después destruir toda aquella imagen religiosa que se le pusiera enfrente y terminar ella misma golpeándose y mutilándose.
Para el año 1975, Anneliese ya cumplía con todo lo que se requería para practicarle un exorcismo, por lo que el Obispo Wurzburg, Josef Stang autoriza al padre Arnold Renz y al pastor Ernst Alt para que lleven a cabo la práctica.
A partir de septiembre de 1975 y hasta junio de 1976 se llevaron a cabo dos sesiones de exorcismo por semana, durante este tiempo se contaron 67 ritos en total de los cuales se determinó que estaba poseída por Lucifer, Judas Iscariote, Hitler, Neró, Caín y Fleishmann.
En las sesiones debía estar por lo menos 3 hombres ya que la fuerza que adquiría al momento del exorcismo era tal que los aventaba contra las paredes.
El 1º de julio de 1976 Anneliese falleció como consecuencia de una fuerte neumonía y desnutrición. Su cuerpo se encontraba en un estado de deterioro sumamente grave, le faltaban algunos dientes, pesaba solo 30 kilogramos, su nariz estaba rota, tenía golpes en la cara, huecos en la cabeza sin cabello, cortes en todo el cuerpo y por si fuera poco dos ligamentos rotos de sus rodillas producto de las más de 600 genuflexiones realizadas durante los exorcismos.
Tras el fallecimiento de Anneliese Michel, las autoridades acusan de homicidio por negligencia a sus padres y a los sacerdotes que practicaron el exorcismo, siendo los primeros absueltos porque ya habían sufrido suficiente y a los segundos condenándolos a tres años de libertad condicional.
De acuerdo a los resultados del forense, la víctima habría muerto de desnutrición, razón por la que reiteraron que de haberle dado de comer a la fuerza, ésta hubiera seguido viviendo.
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