Un pacto con el diablo y la desobediencia de una madre hicieron que el cuerpo del brujo “Don Nati” fuera robado de la funeraria donde era velado por un personaje venido del más allá, del infierno, alguien muy temido… el famoso Catrín.

Cuenta la leyenda que hace muchos años, en la pequeña comunidad de San Pancho, en Guanajuato, vivía un reconocido brujo de nombre Natividad.

Don Nati, como era conocido, tuvo que vender su alma al diablo para contar con los grandes dotes de brujería negra que lo caracterizaban y lo volvían tan popular entre los pobladores.

En vida siempre pidió a su madre y familiares no realizar ningún tipo de funeral cuando el muriera, sin embargo eso nu sucedió; para su desgracia, aquella mujer tuvo que ver morir a su hijo y queriendo darle el último adiós organizó todo para que fuera velado.

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Ninguna agencia quería recibir el cuerpo, pues ya todos sabían a lo que Don Nati se dedicaba; su madre en el afán de despedirlo viajó a León, Guanajuato en donde una agencia funeraria por fin recibió los restos.

Pocas fueron las personas que asistieron y poco a poco fue cayendo la noche, hasta que en punto de las 12 de la madrugada las luces se apagaron y un olor a azufre inundó el lugar; lo único que alumbraba eran las velas alrededor del féretro… un hombre vestido de negro caminó hacia él mientras un gran incendio se generaba en el lugar.

Los asistentes lograron salir ilesos, sin embargo, cuando el fuego fue sofocado, ni el cuerpo del hombre de negro ni el de Don Nati fueron encontrados; el Catrín había venido por el brujo.

A partir de esos sucesos, la funeraria no volvió a abrir, pues hechos sobrenaturales acontecían, y aunque en diversas ocasiones sacerdotes han acudido a bendecir el lugar, rezos y lamentos se pueden escuchar por las noches.

Actualmente la comunidad de San Pancho es conocida por la gran cantidad de brujos que hay, inclusive se dice que el hijo de Don Nati, adquirió los dones que su papá le heredó.

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