Hace mucho tiempo aquellas cuentas, perlas o cualquier otro objeto perforado que usaban para hacer joyas eran llamados sors, palabra que deriva del verbo serere, cuyo significado es ensartar. De este verbo se derivó la palabra serie que se refería al conjunto de objetos ensartados; y de su participio surgió sertus derivando sarta, utilizada para nombrar algún tipo de conjunto como “sarta de disparates”.
Estas cuentas ensartadas fueron utilizadas por los romanos como instrumentos para la adivinación. El sortitor era quien tenía el don para interpretarlas una vez que estas eran lanzadas al aire y caían en un único acomodo aleatorio, el mensaje descifrado solía ser una recomendación o una interpretación. A estos actos se les llamaban sortitio.
Posteriormente estas costumbres se incorporaron en las culturas latinas dejando palabras como sortija, cuyo significado es echar a la suerte; sortilegio que quiere decir adivinación mediante artes mágicas; sorteo que se refiere al acto de echar suerte y la palabra misma suerte.
Por sí misma la suerte no posee bondad o maldad, sólo es impredecible. Lo cierto es que todos deseamos siempre poseer un poco de buena fortuna que mejore el destino de nuestras vidas.