Mientras más donas, menor es la probabilidad de desarrollar cáncer de hígado, pulmón, colon, estómago y garganta.
Reduce las probabilidades de padecer ataques cardíacos y accidentes cardiovasculares.
Por cada unidad de sangre donada, perdemos aproximadamente un cuarto de gramo de hierro. Si aún tienes dudas; el exceso en realidad puede ser más perjudicial que beneficioso ya que puede conducir a una enfermedad cardíaca.
Donar con regularidad nos ayuda a que nuestra sangre fluya con mayor facilidad preservando el estado de los vasos sanguíneos.
Se controla temperatura y presión sanguínea, además se comprueba si padeces alguna infección como hepatitis B o C, sífilis, anticuerpos irregulares o VIH, etc.
Al donar sangre, consigues el placer de saber que no sólo ayudaste a mejorar tu vida, además salvaste potencialmente la de otros.
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